Diario de una pandemia
20/04/2020
A veces faltan ganas de escribir...no porque no se tenga mucho que contar, más bien es porque quizá lo que unx tenga que decir no va a resultar nada interesante ni que tenga mucho que aportar. Puede que mi motivo para no hacerlo sea ese; y que en verdad pocas ganas tengo de hacerlo. Como sea, esas faltas de ganas responden a una tristeza casi insoportable que ha ido incrementando en el transcurso de estos días. No lo relaciono directamente con el confinamiento debido a la pandemia. No. Más bien es una tristeza que siempre me ha acompañado pero que hasta ahora, gracias al encierro, puedo verla cara a cara como se debe mirar a un enemigo o al mejor aliado. Creo que la tristeza puede ser los dos. Cuando la escucho - porque se camufla en el sonido de mi propia voz - no sé si me cuenta mentiras que las tomo como verdades o verdades que quisiera que fueran mentiras. Me agota. Incluso siento que rayo ya con la apatía hacía todo. En fin, el tiempo se ha desdibujado. No sólo porque el encierro me hace perder la noción que tengo de éste sino porque las horas se transforman en altos y bajos emocionales. Los días no se marcan en el calendario sino en mi piel. Si algo ha hecho este virus es darme cuenta del virus que llevo por dentro...a veces deseo que el encierro dure lo necesario para erradicarlo o aprender a vivir con él. Si de algo estoy seguro - como lxs que tienen que sacarle provecho a todo, incluso dándole propósito al confinamiento - es que cuando todo esto termine, no puedo ver de la misma manera el sol. Quizá es muy pretencioso de mi parte. No lo sé. Pero al menos les da fuerza a mis carnes. Darle sentido a lo que quizá no lo tiene. Re encontrarme conmigo mismo cuando sé que siempre he estado aquí, nunca me he ido a ninguna parte lejos de mí y paradójicamente me he perdido de mí mismo. Tal vez no sea cuestión de encontrarme sino de entenderme. Una empresa difícil a estas alturas cuando ya hace mucho tiempo deja unx de escucharse. Si algo ha hecho este virus es darme cuenta de esas partes inexploradas, súbitas de mi ser. Pero no sólo son cosas desagradables las que he vivido en este tiempo de Covid-19. Todo tiene sus matices y sus grises en medio de los negros y blancos. En medio del dolor, la rabia, la tristeza se vislumbran las cosas realmente importantes; al menos, las que dentro de nuestras escalas de valores lo son. Como lo es una pequeña sonrisa. La gente está afanada por darle un sentido existencial a esta coyuntura mundial y quizá unx no se escape de eso; quizá realmente no lo tenga. Hay muchos más sentimientos envueltos en mi pecho relacionados a estos eventos planetarios hacía lo: político, económico, social y mucho, mucho respecto a lo religioso. Espero se vayan desenredando a medida que escribo en este diario como lo he hecho respecto con mis sentimientos el día de hoy...
Un lector complacido!
ResponderEliminarY no hablo de la complacencia en sentido de ver tu escrito como un producto que me satisface del mercado ni mucho menos de aprobación, más bien, la complacencia gira entorno a cuando una criatura puede ser espectadora de una obra o escena de la vida, en donde puede contemplar la bella crudeza del mundo, que es bella por que hace parte de lo real, y eso no le quita la crudeza.
saludos desde el interior sebas, y salud!